viernes, 23 de noviembre de 2012

Ciudad y ficción


Por Ezequiel Barbosa Vera para Revista Tónica

Paraísos es la última novela de Iosi Havilio, autor de las notables Opendoor y Estocolmo publicadas en 2006 y 2010 respectivamente.
En su nuevo libro, Havilio responde a cómo narrar sin incluir circunstancias extraordinarias: Paraísos da cuenta de una experiencia urbana y social que demuele las nociones literarias de lo excéntrico y define otras coordenadas para la narración.
La novela retoma la historia de la protagonista sin nombre de Opendoor. Después de haber convivido durante cuatro años con su pareja y haber concebido al pequeño Simón, la eventual muerte de Jaime y un insólito desalojo judicial de su propiedad la obligan a marcharse de Opendoor para regresar a la ciudad que la había visto partir. Como si se tratase de un territorio virgen por descubrir, la joven madre se instala en un edificio tomado y comienza a trabajar en el zoológico casi sin proponérselo, actuando con la misma tranquila inercia que la guió a lo largo de la novela anterior. La reaparición de Eloísa, la adolescente explosiva y volátil que ya la había tentado durante su vida rural, interrumpe la aparente monotonía de su quehacer cotidiano y le pone delante la promesa de un futuro incierto pero difícil desaforadas, personajes exóticos o hechos de ignorar.
Paraísos funciona como un brillante negativo de Opendoor. La voz de la narradora, extranjera y emocionalmente amortiguada, incorpora la ciudad y la hace presente desde lo ajeno de su percepción, “observaba el conjunto sin escandalizarse, como se aceptan los sueños” comenta acerca de su hijo, aunque también puede ser leído como una descripción de su propia mirada. No expresa nostalgia ni recuerdos, tan sólo un mundo de ambientes que se construye palabra a palabra y que devuelve una extraña sensación de cercanía temporal y geográfica. Microdetalles y situaciones mínimas erigen entornos precisos y variados como los tenedores libres, el zoológico populoso o el ecosistema para nada sobrecargado del Buti, el edificio tomado.
No hay lugar para pensar en elementos marginales: la integración permanente y la cercanía de pasos mediante los que la protagonista se desplaza por la ciudad desbarata cualquier concepción simplista de centro y periferia. Havilio no opta por el mito aireano, sino que produce un mecanismo personal de la extrañeza y la ficción. No hay forzamiento, hay literatura. No sería un despropósito ni una obviedad afirmar que en el campo literario argentino contemporáneo Paraísos es principalmente una novela verosímil y casi perfecta. 

martes, 13 de noviembre de 2012

Zoológico urbano


Por Javier Mattio para La Voz del Interior, 4 de Octubre de 2012


Aunque se presente como una "continuación" de Opendoor, su prometedora primera novela, Paraísos carga de aquella sólo la anécdota de tomar su final y uno de sus personajes como punto de partida. El resto se parece mucho más a Estocolmo, segundo libro del autor porteño en que la contención de Opendoor se abría a un sin fin desencadenado de peripecias internacionales regidas por un palpable y existencial malestar.

Pero en Paraísos lo que destaca es una especie de grado cero de intensidad narrativa, que sume a su usual desfile de situaciones grotescas (en este caso urbanas, ya que todo transcurre en un desdibujada Buenos Aires) bajo una suerte de ánimo fantasmal de época, ya sin aturdimientos o vértigos incómodos.

La historia comienza con la muerte de Jaime, el dueño la chacra con el que la narradora convivía desde el final de Opendoor, del que póstumamente descubre que no era el verdadero propietario del campo. El desalojo no se hará esperar, y la muchacha parte con su pequeño hijo Simón hacia la capital en un tránsito campo-ciudad que revierte al de Opendoor . Allí se hospeda en la habitación de una sórdida pensión y consigue trabajo en el reptilario de un zoológico, y de ambos submundos emergerá una serie de personajes entre grotescos, deprimentes y graciosos que rodearán a la descriptiva y sonámbula protagonista.

Si bien la extensión de Paraísos (350 páginas) atenta contra el continuum ocurrente pero monótono de Havilio, la novela prueba que su autor sigue siendo uno de los más "contemporáneos" de su generación, al menos por el retrato agudo de una pos-ciudad en la que prolifera el extrañamiento constante de situaciones fragmentarias y sin sentido, a veces asquerosas, otras absurdas, otros incomprensibles, pero todas reconocibles. En ese sentido, Paraísos sea tal vez la novela más “satírica” del  autor hasta el momento, más que nada por su capacidad para unir humor y observación, y eso sin ser "sociológica": su impulso sigue siendo el de la ficción pura, fabuladora.

Es fallida, sin embargo la alusión a un nivel simbólico y "metanarrativo" de la novela, en un dibujo de serpientes que la protagonista encuentra y que comienza a inmiscuirse en sus sueños y del que va recogiendo pistas al pasar: en una fusión más ideal, ese choque de registros hubiera generado un "paraíso" menos apaisado y tal vez mucho más cautivante. 


lunes, 5 de noviembre de 2012

Sobre la desmesura y la apatía



Alejandro Armentía reseña Paraísos para El Taller Cultural


En Paraísos, Iosi Havilio da continuidad a un tono, un procedimiento narrativo y una historia que hace unos años ya había determinado el éxito deOpendoor, su primera novela publicada en 2006 que recibió, entre otros, los honores de Beatriz Sarlo.
Narrada en primera persona, Paraísos cuenta, a través de 36 breves y llevaderos capítulos, la historia de una joven que queda viuda y, al ser desalojada de su casa en la que vivía junto con su pequeño hijo Simón en Opendoor, decide mudarse a la capital.
Allí la protagonista, de la cual no sabremos su identidad, recomienza su vida a través de un azaroso peregrinar: consigue trabajo en el reptilario del zoológico; se aloja en un edificio tomado -el Buti- regenteado por dealers, travestis y Tosca, un singular personaje que padece de cáncer y tiene un hijo deforme. Todo esto sin mayores sobresaltos, sin pasiones o emociones y sin ambiciones, expresado en la voz de un narrador indiferente ante los acontecimientos mundanos y también ante los excepcionales: “Me siento un fantasma”, dice.
La inexpresiva joven, sumida por momentos en reflexiones inconclusas, mantiene una pasiva relación con el mundo que es interrumpida a partir de los encuentros con la irreverente Eloísa, un personaje más enigmático que certero con quien tiene un pasado compartido en Opendoor, y con el que mantiene una relación ambigua.
La protagonista -con más apatía que consciente complicidad- se sumerge en estados lisérgicos a base de alcohol y marihuana, llevada por la incontenible personalidad de su amiga, que la empuja a cometer todo tipo de desmesuras.
Paraísos -tercera novela de Havilio- es una historia en tránsito: desde la ruralidad de Open Door a los márgenes de una ciudad selvática que, desde la mirada del narrador, está habitada por árboles y animales, más que por edificios y personas. La joven protagonista, ex estudiante veterinaria, repasa cada noche un libro del zoólogo Albertus Seba y dedica su insomnio a calcar una serpiente, o se detiene a contemplar el reptilario del zoológico donde trabaja, o es acompañada por Canetti, que le describe los árboles que visten la ciudad. Pero entre los catálogos de animales y plantas, en Paraísos lo que asoma, en paralelo, es un gran bestiario de personajes solitarios y desdichados.
Iosi Havilio parece consolidar un estilo original que, con sutiles reminiscencias arltianas, se nutre de la otredad que habita en los márgenes de la urbe. Con un tono gris pero directo, el autor recupera las manifestaciones de un espíritu costumbrista teñido por los tiempos actuales.