De la melancolía al paroxismo: en esta dirección se mueve Paraísos. Comienza con el velorio de un viejo en un pueblo de campo y crece hasta un robo ebrio y desbocado en Buenos Aires. La historia tiene una protagonista que cuenta la desolación y los highs de la droga como una experiencia neutra, sin acentos. Quienes leyeron Opendoor de Havilio encontrarán nuevamente a las dos mujeres enigmáticas de esa novela. Lejanas, una por su indiferente inercia, la otra por su desenfreno sin método. Pero ahora recorren otros mundos: un edificio tomado, la mansión de unos burgueses judíos, Plaza Italia, el zoológico, la costanera. Sin embargo, Paraísos no es una novela de climas urbanos. En el mundo de la más absoluta actualidad, la novela narra prescindiendo del costumbrismo.Todo pasa por la voz de la protagonista y todo se asordina. Pasión y pasividad. Havilio encontró el tono justo y el registro atenuado para contar lo extremo. Paraísos transcurre en una irresistible normalidad fantasmal.
Beatriz Sarlo
Iosi Havilio agarra con las manos cada una de las sentencias que se escriben para domesticar a la literatura y las rompe contra su rodilla, en sus novelas está el relato puro, la voz extraña, ese trabajo invisible y esencial que sólo producen los grandes escritores.
Fabián Casas