lunes, 21 de abril de 2014

Serenidad!





Este libro de Iosi Havilio encierra una desbocada fábula del yo. El peregrinar de un héroe que, para escapar de las humillaciones del presente, se enfrenta a las transfiguraciones míticas de su pasado. Se puede leer La Serenidad como un radical mapeo de los distintos registros de lo subjetivo, con una prosa que alterna con naturalidad y desparpajo entre lo real, lo imaginario y lo simbólico. Un relato donde los personajes, empezando por El Protagonista, se transforman en categorías abstractas; las ideas adquieren dimensiones épicas, y el absurdo se revela como ese abismo donde se diluyen los límites entre la percepción y la palabra.

«La Serenidad es una aventura que dura un día y cincuenta años: los tiempos de la novela, desde Tolstoi y Joyce. El ritmo es trepidante; las escenas, bellamente ejecutadas; las descripciones, lujosas; el lenguaje, plástico y armonioso. La Serenidad es el resultado de una feliz discusión de Havilio con los modos de novelar en el presente.»

lunes, 7 de abril de 2014

The ultimate paradox


Paraísos reseñada para Three Percent por Andrea Reece


Survival is the name of the game, but the two arrive in the city to find it flooding so bad that its inhabitants can only cross the street with the help of a rope to guide them through the rising floodwaters, scenes described by the narrator as a “rehearsal of apocalypse.” With difficulty, they find a cramped room in a seedy hotel and try to adjust to the sudden and bewildering acceleration of the pace of their lives in this utterly foreign city environment. The narrator reacts to the strangeness, as throughout the novel, by taking refuge in the visual and in her acute powers of observation of her surroundings that take in the tiniest detail—here she carefully lists all the items of food in the hotel fridge labeled with their owners’ name, and tries to imagine what the owner is like. She also has a sharp eye for interpreting the physiognomic and gestural signs that people tend to use to appraise others. Her first encounter is with Iris, a Romanian woman, native of Transylvania, who becomes her friend. Iris is described as a woman with
The carnival of bizarre characters descends into the grotesque and the absurd when the narrator gets a job administering morphine to Tosca, a grossly overweight woman who is dying of cancer. The narrator’s environment takes on the nightmarish, ghoulish tinges of a 19th century travelling circus complete with outlandish characters or a hall of mirrors with its endlessly repeated series of misshapen reflections. Meanwhile, and not entirely surprising under the circumstances, the narrator’s sleeping world and waking fears are dominated by snakes, which she tries to obliviate by drawing endless sketches of the reptiles to deaden their symbolism and turn them into mere lines on paper. The reader is drawn into this powerful, and all too real, living nightmare. The narrator herself is conscious of her alienation and the absurdity of her surroundings, and finds the solution in passivity. Not the kind of passivity where one has lost control, but the kind of passivity that never had any control in the first place. Fatality is her answer to the big questions:
The title of the novel is, of course, the ultimate paradox—the narrator’s surroundings are very far from being any kind of paradise, unless paradise can be limited to the snake in the Garden of Eden (and even then . . .). We only discover three-quarters of the way through the book that the title refers to paradise trees that are prevalent in Argentina, have toxic berries and whose bark is believed to supply the antidote to poisoning from the berries. Yet another paradox!
And because I am a translator and believe that no translated work remains entirely that of the original author, but becomes a filter through which we see the original work, and indeed a piece of literature that must stand (or fall) in its own right, a word of praise for the brilliant Beth Fowler. She has produced a sparkling piece, with a grasp of tone, voice and register that captures the paradoxes between the narrator’s thoughtful and evaluative inner world and the rough-edged characters and dire circumstances that surround her. Slang is often particularly hard to translate in a believable way without either overusing the f-and c-words, or, conversely, without toning the whole lot down too much, but here it works wonderfully and there are even some inspired lexical choices. My favorite word in the entire book has got to be “carked,” as produced by Tosca, the cancer sufferer who receives the morphine injections:
“You thought I’d carked it, didn’t you? It’ll come, girl, it’ll come, you need to have a bit of patience.”

martes, 1 de abril de 2014

Falso presente

Reseña de Paraísos para micro-revista


Paraísos. Iosi Havilio. Caballo de Troya. Madrid, 2013. 35o páginas, 22,90 €
Ni siquiera sabemos su nombre. Su marido muere de pronto, atropellado, dejándola con un bebé pequeño, Simón. El hermano del marido, Jaime, se ocupa de los trámites. No parecen tener una buena relación ella y su cuñado, parece que éste nunca la considerara de la familia; ni él ni su mujer. La tratan con condescendencia. No volverán a verse después de la muerte del marido. Unos días después llega la orden de desalojo de la casa y la finca en la que viven ella y su hijo, que se encuentra en el campo, en un lugar llamado Open Door: hay una deuda y el propietario quiere recuperarla. Le ofrecen dinero, muy poco, para unos meses. No le queda más remedio que aceptar. Con su bebé a cuestas, deja la finca y se dirige a la ciudad, adonde llega el día de las inundaciones. Toma una habitación en un hotelucho regentado por una gallega. Allí conoce a una rumana, de Transilvania, Iris, que lleva 2 años en el país…
Relato lineal,Paraísos, de Iosi Havilio (Buenos Aires, Argentina, 1974), comienza con un suceso catártico que mancha al personaje principal en adelante. A partir de ese momento lo que mantiene nuestro interés es su vulnerabilidad, la posibilidad de que caiga, así como aquellos momentos en los que descubrimos que es capaz de seguir adelante a pesar de todo. Se trata también, en cierto modo, de una novela episódica. El transcurrir natural, en términos realistas, de la historia (tanto como el transcurso del tiempo y las acciones en intensidad cotidiana), permite al lector viajar despacio de pequeño episodio en pequeño episodio. El mayor logro de la estructura de esta novela (una estructura que no se ve)es conseguir, mediante un argumento nimio, dejar sitio a algo que debe parecerse mucho a la vida.
Lo excepcional de los personajes es su condición de gente corriente, como rara vez se encuentra esa condición expresada a través de la literatura.Al principio pensamos que esa mujer que protagoniza la historia va a ser menos capaz, que nada puede más que empeorar en su vida, pero no, se mantiene, sale a adelante sutilmente, flota sobre su propia vulnerabilidad, ni más ni menos que como cualquiera de nosotros en nuestras propias vidas. Gracias a Iris comienza a trabajar en un zoo. Ahí conoce a varios compañeros. Yessica, la compañera que debe formarla pero la trata mal. Canetti, “con doble T”, jefe de ordenanza que se le pega y le propone presentarle a una persona que necesita que le pongan inyecciones todos los días, la señora se llama Tosca y es una gorda inmensa con un tumor benigno en el cogote. Ella se da cuenta de que Canetti le hace el favor porque quiere salir con ella, y se zafa. Tosca le comenta que arriba de su piso hay uno libre y le dice que puede ocuparlo a cambio de los pinchazos. Se traslada allí con su hijo. Es un sitio muy particular, un edificio ocupado desde hace décadas, conocido como el Buti por uno que murió resistiendo un desalojo allí 10 años atrás…
Novela escrita en un falso presente, presente histórico, de manera gélida, distante, contenida, acerada, que es la voz de la protagonista, el autor no incurre en frases buenas o demasiado literarias que no encajarían en la voz del personaje. Tampoco detiene su mirada en lo que no se detendría la suya. Parece cumplir el precepto de Hemingway, “escribe la historia, quita las frases buenas y mira a ver si todavía funciona”. El estilo, en su austeridad, resulta muy seductor. Expresa bien el dilema existencial de esta madre que de pronto pierde al hombre tosco del que se enamoró como “sin querer”, tardíamente, y, sola en el mundo, tiene que irse a la ciudad a buscarse la vida Se trata de un estilo que permite al lector vivir la historia, y no es sencillo lo que consigue IosiHavilio. Lo que podría parecer banal, no lo es en su caso, o, dicho de otro modo, lo banal no resulta nada banal escrito por este autor. Se interesa por todo aquello que no suele ser de interés para la literatura, algo que lo emparenta a muchos buenos cineastas contemporáneos, aquellos que depositan la mirada en sucesos de aparente baja intensidad dramática. En este sentido, Paraísos, de Iosi Havilio, resulta ser una novela rabiosamente contemporánea. Sin duda entre lo mejor que hemos leído últimamente.