sábado, 6 de abril de 2013

De jaulas y salvajes


Desde el Perú, por Juan Ignacio Babino para Buensalvaje


A seis años de su primera novela y dos de su última publicación, acaba de salir un nuevo libro de Iosi Havilio y es motivo suficiente para celebrar.
La muerte de su esposo, el desalojo de su rancho en la ciudad de Luján. Todo, tan de repente, hace que la protagonista sin nombre parta a Buenos Aires junto a su pequeño hijo Simón. Ya en la ciudad, los hechos parecerán formar parte de una insana espiral: cierto coqueteo lésbico con Iris, una rumana que conoció durante los primeros días, su monoambiente derruido en un edificio tomado; el hijo deforme de Tosca, mandamás del lugar donde viven y a quien vacuna dos veces por día; el trabajo en el zoológico; un ex empleado bancario que por hacerse pasar por loco termina sin cobrar un peso de la indemnización. A partir del reencuentro con Eloísa, una vieja amigovia, con el calor y los festejos de fin de año de fondo, todo sucede a tal velocidad que por momentos asfixia a la protagonista: la intoxicación de Simón y su sanación en manos de una curandera, las drogas, las masturbaciones, las fiestas alocadas. «Tan rápido fue todo, cuando por tanto tiempo no pasó casi nada» o «esta vida nueva que no me esperaba y que empezó así de golpe, sin aviso» dice la protagonista, con una vida al borde de la fragilidad extrema pero que no termina de romperse nunca.
Paraísos es como un déjà vu de Open Door, primera novela de Havilio, la segunda parte de ese andar suelto de la protagonista (que se lee independientemente). Narrada en capítulos cortos, con una escritura directa y sin rodeos, siguen aquí las historias no resueltas del todo. Hay en ciertas similitudes con aquella novela de Haroldo Conti, Alrededor de la jaula: el zoológico, los paseos por la costanera porteña, personajes que se pierden en el anonimato de una ciudad desdibujada, una mangosta y una iguana, mascotas como tesoros en la infancia de Milo y Simón. Y como Haroldo, Iosi es sin dudas un gran narrador.
Havilio, miembro de una interesante generación de narradores argentinos, rebate eso de que las continuaciones no suelen ser buenas. Esta es tan buena como la primera y tal como termina, habrá que esperar que publique la tercera.