viernes, 26 de septiembre de 2014

Como una obra de arte

La Serenidad (fragmento)

La noche que llevó a Bárbara, la noche que los presentó,
Ella decía que parecían Hombres Importantes, Hombres
de Negocios. Para impresionarlos, les hablaba de sus
viajes, de las giras exclusivas por la Europa Meridional como
dama de compañía de Una Elite Adicta Al Zen. Era la
época en que Bárbara sonaba como diamante en bruto, inmolada
por las dulzuras del exilio. ¡La Década Fantástica!
Manantial de alcoholes y esnifados. Proliferación de máscaras
y refinamiento. ¡Y qué fiestas! Ella que a los quince,
lolita lolita, había viajado por medio mundo, se implantaba
bigotes de espuma de cerveza, les hablaba de Moscú, de
San Petersburgo, de los bailarines de Kiev, que conocía tan
bien, de la balalaika, que imitaba con la punta de la lengua.
El Protagonista tenía miedo de que Los Rusos, en el
patio del piringundín, la embadurnaran enredados en ese
fular de zorrino que les pasaba por las narices y los cuellos.
Bárbara, derroche de suavidad, se sacaba los zapatos y hablaba
por teléfono muy Smart, de los baños de petróleo,
Millions, millions, decía... entregada a las delicias del abuso.
Los Rusos, como leones de mar, hipopótamos de río, gozaban
de la confusión. Fue la noche en que Bárbara se recibió
de Reina acuñando su axioma de cabecera:

¡Quiero Vivir La Vida Como Si Fuera
Una Obra de Arte!