martes, 13 de noviembre de 2012

Zoológico urbano


Por Javier Mattio para La Voz del Interior, 4 de Octubre de 2012


Aunque se presente como una "continuación" de Opendoor, su prometedora primera novela, Paraísos carga de aquella sólo la anécdota de tomar su final y uno de sus personajes como punto de partida. El resto se parece mucho más a Estocolmo, segundo libro del autor porteño en que la contención de Opendoor se abría a un sin fin desencadenado de peripecias internacionales regidas por un palpable y existencial malestar.

Pero en Paraísos lo que destaca es una especie de grado cero de intensidad narrativa, que sume a su usual desfile de situaciones grotescas (en este caso urbanas, ya que todo transcurre en un desdibujada Buenos Aires) bajo una suerte de ánimo fantasmal de época, ya sin aturdimientos o vértigos incómodos.

La historia comienza con la muerte de Jaime, el dueño la chacra con el que la narradora convivía desde el final de Opendoor, del que póstumamente descubre que no era el verdadero propietario del campo. El desalojo no se hará esperar, y la muchacha parte con su pequeño hijo Simón hacia la capital en un tránsito campo-ciudad que revierte al de Opendoor . Allí se hospeda en la habitación de una sórdida pensión y consigue trabajo en el reptilario de un zoológico, y de ambos submundos emergerá una serie de personajes entre grotescos, deprimentes y graciosos que rodearán a la descriptiva y sonámbula protagonista.

Si bien la extensión de Paraísos (350 páginas) atenta contra el continuum ocurrente pero monótono de Havilio, la novela prueba que su autor sigue siendo uno de los más "contemporáneos" de su generación, al menos por el retrato agudo de una pos-ciudad en la que prolifera el extrañamiento constante de situaciones fragmentarias y sin sentido, a veces asquerosas, otras absurdas, otros incomprensibles, pero todas reconocibles. En ese sentido, Paraísos sea tal vez la novela más “satírica” del  autor hasta el momento, más que nada por su capacidad para unir humor y observación, y eso sin ser "sociológica": su impulso sigue siendo el de la ficción pura, fabuladora.

Es fallida, sin embargo la alusión a un nivel simbólico y "metanarrativo" de la novela, en un dibujo de serpientes que la protagonista encuentra y que comienza a inmiscuirse en sus sueños y del que va recogiendo pistas al pasar: en una fusión más ideal, ese choque de registros hubiera generado un "paraíso" menos apaisado y tal vez mucho más cautivante.