lunes, 27 de diciembre de 2010

Intimista y global

Por Matías Capelli
Publicado en Los Inrockuptibles Dic 2010


Ampliar el campo de batalla. Parafraseando a Michel Houellebecq, de eso se trata, para Iosi Havilio, la escritura. “Extender el territorio cada vez más, así sea en el juego con el lenguaje, el delineamiento de una trama, la aparición de un narrador, la necesidad de una historia”, dice Havilio. Acaba de publicar su segunda novela, Estocolmo, protagonizada por René, un chileno exiliado en Suecia con el Golpe de 1973 que regresa, muchos años más tarde, por primera vez a su país, escapando de un amante violento y trastornado. Ante la inminencia del reencuentro con su madre, ante la posibilidad, cada vez más palpable, de que Boris, su amante, dé con él en ese rincón del mundo, René deambula por las calles de Santiago y viaja a la costa. Pero más que en la trama, la apuesta de Havilio está en dar con un clima emocional determinado. Una sensación térmica, mejor dicho, porque es la percepción de René la que cobra cuerpo a partir de la acumulación de detalles, de sensaciones, de pequeños sucesos que van dándole al libro un aire enrarecido y desesperante. “René es un ser condenado a escapar, fundamentalmente de sí mismo. Esa incomodidad intrínseca hace que todo el resto le resulte extraño, incómodo, traumático, dejándose golpear por lo sórdido incluso allí donde otros no lo ven. Así justifica todas las huidas”, dice el autor, que demuestra haber ampliado el campo de batalla en cierta dirección tras la buena recepción de la crítica y de los lectores que tuvo Opendoor, su primera novela. Tanto en sus personajes como en las zonas que éstos transitaban, Opendoor (en cuya continuación Havilio se encuentra trabajando) tenía una impronta más localista; ya desde el título, que hacía referencia a la localidad bonaerense. También desde el título, y dadas las coordenadas biográficas de los personajes, la lengua casi neutral del narrador, e incluso su clasicismo, Estocolmo resulta más “global” en términos literarios. “Ni el exilio, ni el socialismo, ni la homosexualidad, fueron para mí temas. En un libro vivo no creo que existan temas. Lo único que veo verdadero es la materia de la cual está hecho el mundo de ficción que te convoca, más allá de las referencias geográficas, históricas o autobiográficas. La desazón de René, su angustia constitutiva, puede estar atravesada por coyunturas contemporáneas, comprobables en buena parte de occidente, pero el dolor es suyo, único, y anula todos los accidentes. En ese sentido, me atrevo a decir que es una novela intimista.”